La mayoría de familiares y amigos, que visita a los privados de libertad, les lleva comida preparada a la cárcel para compartir con ellos durante la jornada de los fines de semana.
Para casi la tercera parte de los muchachos y muchachas detenidos en el Centro de Formación Juvenil Zurquí, eso no es así.
Esos jóvenes no reciben visita de la familia, por diversas razones, y su estadía en prisión se convierte en un verdadero abandono.
Desde hace 15 días, un grupo de voluntarios prepara diversas actividades para ellos, en torno a la convivencia, el trabajo en equipo y la diversión sana.
El proyecto surgió desde el despacho de la ministra de Justicia y Paz, Cecilia Sánchez, con el fin de fomentar grupos de apoyo externos para contrarrestar los efectos enajenantes del encierro y facilitar la reinserción social.
El sábado pasado, 20 muchachos y 4 adultas jóvenes, que no reciben visita, disfrutaron una actividad para cocinarse sus propios alimentos. Ellos se dividieron por estaciones para preparar hamburguesas.
Durante el espacio, los jóvenes convivieron con compañeros de otras secciones, tanto menores como adultos jóvenes, bajo la supervisión de la Policía Penitenciaria.
Así, mientras el resto de la cárcel se mantenía en visita, estos otros jóvenes también recibían apoyo externo, lo que contribuye a disminuir el sentimiento de soledad y las autoagresiones.